martes, 28 de octubre de 2008
sábado, 25 de octubre de 2008
A los q les guste Eragon....
Halloooo!!!
Yop otra vez xo xa rekomendar otro libro, Eragon, su segunda parte, Eldest, y la tercera parte q la sacarán dentro d poko y s yamará Brisingr, q s fuego n el idioma antiguo (los q s lo ayan leido sabrán d lo q ablo, y los q qeran saberlo q s lo lean, q vale la pena!!!!^^) y los q an visto la peli y no s an leido l libro creo q ls gustará + l libro q la peli, q s an pasoa un pkito al apretar l libro, q no era xa a cer una peli, era xa djarlo n libro (mi modesta opinio, a lo mjor os gusta + la peli y l libro os pareze un royo.....XD)
Dejo l primer kapitulo del tercer libro q lo e enkontrao:
Luz y sombra
Saphira rasgaba el suelo con los pies. ¡Vayámonos!Eragon y Roran dejaron sus bolsas y las provisiones colgadasde la rama de un enebro y treparon por la espalda deSaphira. No tuvieron que peder tiempo en ensillarla; habíallevado los arreos toda la noche. Bajo su cuerpo, Eragon sentíael calor del cuero moldeado, casi hirviente. Se agarró a la púadel cuello para permanecer estable si había cambios repentinosde dirección, mientras que Roran pasó su grueso brazo entorno a la cintura de Eragon y blandió el martillo con el otro.Un fragmento de esquisto crujió bajo el peso de Saphiracuando la dragona se agachó y luego, de un solo salto vertiginoso,se alzó hasta la cima del barranco, donde se equilibrópor un instante antes de desplegar sus alas gigantescas. Lasfinas membranas repicaban mientras Saphira los alzaba haciael cielo. En aquella posición vertical parecían dos velas deun azul transparente.—No aprietes tanto —gruñó Eragon.—Perdona —contestó Roran aflojando los brazos.Les resultó imposible seguir hablando porque Saphiravolvió a saltar. Cuando llegó a lo más alto, bajó las alas enuna batida poderosa para lograr que los tres llegaran aúnmás arriba. Cada aleteo los acercaba más a las nubes lisas yestrechas que se extendían desde el este hacia el oeste.Cuando Saphira apuntó hacia Helgrind, Eragon miró a laizquierda y descubrió que, gracias a la altitud, alcanzaba aver una franja amplia del lago Leona, a unos cuantos kilómetrosde distancia. Una gruesa capa de niebla, gris y fantasmalbajo el brillo del alba, emanaba del agua, como si unfuego embrujado ardiera en la superficie del líquido. Eragonaguzó la mirada, pero ni siquiera su vista aguileña le permitíadistinguir la otra orilla, ni las laderas sureñas de las Vertebradas,cosa que lamentaba. No había vuelto a ver lasmontañas de su infancia desde que abandonara el valle dePalancar.Al norte se alzaba Dras-Leona, una mole gigantesca y laberínticaque parecía una fornida silueta contra el muro deniebla que bordeaba su flanco oeste. El único edificio queEragon pudo identificar era la catedral donde lo habían atacadolos Ra’zac; su aguja irregular se alzaba sobre el resto dela ciudad como una lanza rugosa.Eragon sabía que en algún lugar del paisaje que desfilabaveloz por debajo de ellos estaban los restos del campamentoen que los Ra’zac habían herido de muerte a Brom. Dio riendasuelta a toda la rabia y el dolor que le provocaban los sucesosde aquel día —así como el
asesinato de Garrow y ladestrucción de su granja— para obtener de ellos el valor—o, mejor dicho, el deseo— para enfrentarse a los Ra’zac encombate.Eragon —dijo Saphira—. Hoy no hace falta que mantengamosen guardia nuestras mentes y nos escondamoslos secretos, ¿verdad?No, salvo que aparezca otro mago.Cuando el arco superior del sol coronó el horizonte, brotóun haz de luz dorada. En un instante, todo el espectro decolores dotó de vida a un mundo hasta entonces monótono;brillaba el blanco de la niebla, el agua adoptó un intensoazul, el muro embarrado que rodeaba el centro de Dras-Leonareveló sus costados de un deslucido amarillo, los árbolesse ataviaron de todos los matices del verde y el suelo se ruborizóde rojo y naranja. Helgrind, en cambio, permanecíacomo siempre: negra.La montaña de piedra crecía rápidamente a medida quese acercaban. Incluso desde el aire resultaba intimidante. Allanzarse en picado hacia la base de Helgrind, Saphira se inclinótanto a la izquierda que Eragon y Roran se habrían caídosi no llegan a llevar las piernas atadas a la silla. Luego eldragón recorrió como un látigo la pista cubierta de piedras ysobrevoló el altar en el que los sacerdotes de Helgrind celebrabansus ceremonias. El borde del yelmo de Eragon atrapóel viento al pasar y emitió un aullido que casi lo dejó sordo.—¿Y? —gritó Roran. No veía nada por delante.—¡Los esclavos se han ido!Eragon sintió como si un enorme peso lo aplastara contrala silla cuando Saphira abortó el descenso y trazó una espiralen torno a Helgrind en busca de una entrada al escondrijode los Ra’zac.No veo ni un agujero en el que quepa una rata de bosque—anunció.Redujo la velocidad y se mantuvo en el aire ante unaprotuberancia que conectaba la tercera cumbre más baja delas cuatro con la siguiente. Aquel contrafuerte recortadomultiplicaba de tal manera los estallidos producidos por elbatir de las alas que se convertían en truenos. A Eragon lelloraban los ojos por la presión del aire contra la piel.Una redecilla de venas blancas adornaba la parte traserade los peñascos y pilares, donde la escarcha se acumulaba enlas grietas que iban recorriendo la piedra. Nada más perturbabala penumbra de las fortificaciones de Helgrind, oscurasy barridas por el viento. Entre las piedras inclinadas no crecíanárboles, ni matas, hierba, musgo o líquenes, ni se atrevíanlas águilas a anidar en los salientes de las torres partidas.Fiel a su nombre infernal, Helgrind era un lugar mortaly permanecía al abrigo de los pliegues de sus riscos y hendiluzduras,dentados y afilados como navajas, como un espectrohuesudo que se alzara para
asesinato de Garrow y ladestrucción de su granja— para obtener de ellos el valor—o, mejor dicho, el deseo— para enfrentarse a los Ra’zac encombate.Eragon —dijo Saphira—. Hoy no hace falta que mantengamosen guardia nuestras mentes y nos escondamoslos secretos, ¿verdad?No, salvo que aparezca otro mago.Cuando el arco superior del sol coronó el horizonte, brotóun haz de luz dorada. En un instante, todo el espectro decolores dotó de vida a un mundo hasta entonces monótono;brillaba el blanco de la niebla, el agua adoptó un intensoazul, el muro embarrado que rodeaba el centro de Dras-Leonareveló sus costados de un deslucido amarillo, los árbolesse ataviaron de todos los matices del verde y el suelo se ruborizóde rojo y naranja. Helgrind, en cambio, permanecíacomo siempre: negra.La montaña de piedra crecía rápidamente a medida quese acercaban. Incluso desde el aire resultaba intimidante. Allanzarse en picado hacia la base de Helgrind, Saphira se inclinótanto a la izquierda que Eragon y Roran se habrían caídosi no llegan a llevar las piernas atadas a la silla. Luego eldragón recorrió como un látigo la pista cubierta de piedras ysobrevoló el altar en el que los sacerdotes de Helgrind celebrabansus ceremonias. El borde del yelmo de Eragon atrapóel viento al pasar y emitió un aullido que casi lo dejó sordo.—¿Y? —gritó Roran. No veía nada por delante.—¡Los esclavos se han ido!Eragon sintió como si un enorme peso lo aplastara contrala silla cuando Saphira abortó el descenso y trazó una espiralen torno a Helgrind en busca de una entrada al escondrijode los Ra’zac.No veo ni un agujero en el que quepa una rata de bosque—anunció.Redujo la velocidad y se mantuvo en el aire ante unaprotuberancia que conectaba la tercera cumbre más baja delas cuatro con la siguiente. Aquel contrafuerte recortadomultiplicaba de tal manera los estallidos producidos por elbatir de las alas que se convertían en truenos. A Eragon lelloraban los ojos por la presión del aire contra la piel.Una redecilla de venas blancas adornaba la parte traserade los peñascos y pilares, donde la escarcha se acumulaba enlas grietas que iban recorriendo la piedra. Nada más perturbabala penumbra de las fortificaciones de Helgrind, oscurasy barridas por el viento. Entre las piedras inclinadas no crecíanárboles, ni matas, hierba, musgo o líquenes, ni se atrevíanlas águilas a anidar en los salientes de las torres partidas.Fiel a su nombre infernal, Helgrind era un lugar mortaly permanecía al abrigo de los pliegues de sus riscos y hendiluzduras,dentados y afilados como navajas, como un espectrohuesudo que se alzara para hechizar la tierra.Eragon proyectó su mente y confirmó la presencia deuno de los esclavos, así como de otras dos personas que habíadescubierto encerradas en Helgrind el día anterior. Sinembargo, le preocupó no localizar a los Ra’zac, ni al Lethrblaka.«Si no están aquí —se preguntó—, adónde habránido.» Siguió buscando y descubrió algo que antes se le habíaescapado: una sola flor, una genciana, había florecido a menosde veinte metros de ellos, en un lugar donde, a todas luces,sólo podía haber piedra sólida. «¿Cómo obtendrá la luzque necesita para vivir?»Saphira respondió a su duda al detenerse sobre un espolóndesmoronado, unos pocos metros a la derecha. Al hacerloperdió el equilibrio por un instante y batió las alas pararecuperarlo. En vez de rozar la mole de Helgrind, la puntadel ala derecha se hundió en la roca y volvió a asomar.¿Has visto eso, Saphira?Sí.Saphira se inclinó hacia delante, dirigió la punta del hocicohacia la roca escarpada, se detuvo a escasos centímetros—como si esperase que se activara el resorte de algunatrampa— y luego siguió avanzando. Escama tras escama, lacabeza de Saphira se fue adentrando en Helgrind hasta unpunto en que Eragon ya sólo podía ver el cuello, el torso ylas alas.¡Es una ilusión! —exclamó Saphira.Con un tirón de sus poderosas ancas, abandonó el espolóny avanzó el resto del cuerpo tras la cabeza. Eragon hubode recurrir al dominio de sí mismo para no taparse la cabezaen un desesperado intento por protegerse al ver que el peñascose abalanzaba contra él.Un instante después se encontró contemplando una cuevaamplia, abovedada e inundada por el cálido halo de la luzmatinal. Las escamas de Saphira reflejaban la luz y emitíanmiles de temblorosas motas de luz azul sobre la piedra. Eragonse dio la vuelta y vio que no había pared alguna trasellos, sólo la boca de la cueva y una abrumadora vista delpaisaje que se extendía más allá.Eragon hizo una mueca. Nunca se le había ocurrido queGalbatorix pudiera recurrir a la magia para esconder la madriguerade los Ra’zac. «¡Idiota! Tengo que esforzarmemás», pensó. Subestimar al rey era la mejor manera de conseguirque los mataran a todos.Roran maldijo y rogó:—Si vuelves a hacer algo así, avísame antes.Eragon se inclinó hacia delante y liberó las hebillas quelo ataban a la silla mientras estudiaba el entorno, atento acualquier peligro.La entrada de la cueva era un óvalo irregular, de unosquince metros de altura por dieciocho de anchura. Desdeallí, la cámara casi doblaba su tamaño antes de terminar enun buen bauprés que caía hacia una pila de gruesas losasapoyadas entre sí en una confusión de ángulos inciertos.Una alfombra de rasguños de un gris polvoriento recorría elsuelo, prueba de las numerosas ocasiones en que el Lethrblakahabía despegado, aterrizado o caminado por allí. Comomisteriosos agujeros de cerraduras, cinco túneles bajos hendíanlos costados de la cueva, al igual que un pasillo ojival detamaño suficiente para que cupiera Saphira. Eragon examinócuidadosamente los túneles, pero eran oscuros como la bocadel lobo y parecían vacíos, dato que confirmó con rápidasproyecciones de su mente. Desde las entrañas de Helgrind lellegaba el eco de unos extraños e inconexos murmullos, quesugerían la presencia de seres desconocidos que correteabanen la oscuridad y un goteo permanente de agua. Aumentadopor los confines de la cámara vacía, el sonido estable de larespiración de Saphira se sumaba al coro de suspiros.El rasgo más particular de la caverna, de todos modos, erala mezcla de olores que la invadían. Dominaba el de la piedrafría, pero por debajo de éste Eragon detectó vahos de humedad,moho y algo mucho peor: el hedor de la carne podrida,de una dulzura asquerosa.Tras soltar las últimas cintas, Eragon pasó la pierna derechasobre la grupa de Saphira y quedó sentado de lado, listopara saltar al suelo. Roran hizo lo mismo por el otro flanco.Antes de soltarse, Eragon oyó, entre los múltiples crujidosque le llegaban al oído, una serie de golpes simultáneos,como si alguien hubiera aporreado la piedra con un montónde martillos. El sonido se repitió apenas medio segundo después.Eragón miró en dirección a aquel ruido, al igual que Saphira.Una figura gigantesca y retorcida asomó a toda velocidadpor el pasillo. Ojos negros, hinchados y saltones. Un pico demás de dos metros. Alas de murciélago. El torso desnudo, sinvello, henchido de músculos. Garras como púas de hierro.Saphira se tambaleó al intentar esquivar al Lethrblaka,pero fue inútil. La criatura chocó contra su flanco derechocon una fuerza y una furia que a Eragon le parecieron propiasde una avalancha.No llegó a enterarse exactamente de lo que pasó despuésporque el impacto lo mandó por los aires sin que en su menteconfusa llegara a formarse ni medio pensamiento. Suvuelo acabó tan abruptamente como había empezado cuandochocó con la espalda contra algo duro y liso y cayó al suelo,golpeándose la cabeza por segunda vez.Aquel último golpe desalojó de sus pulmones el poco aireque le quedaba. Aturdido, permaneció encogido de lado, boqueandoy esforzándose por recuperar algo parecido al controlde sus extremidades, que no le respondían.¡Eragon! —gritó Saphira.
Jopeee, lo an kortao muy oportuno xa q kompremos l libro, xo weno...
Muxos KüSSe!!
Yop otra vez xo xa rekomendar otro libro, Eragon, su segunda parte, Eldest, y la tercera parte q la sacarán dentro d poko y s yamará Brisingr, q s fuego n el idioma antiguo (los q s lo ayan leido sabrán d lo q ablo, y los q qeran saberlo q s lo lean, q vale la pena!!!!^^) y los q an visto la peli y no s an leido l libro creo q ls gustará + l libro q la peli, q s an pasoa un pkito al apretar l libro, q no era xa a cer una peli, era xa djarlo n libro (mi modesta opinio, a lo mjor os gusta + la peli y l libro os pareze un royo.....XD)
Dejo l primer kapitulo del tercer libro q lo e enkontrao:
Luz y sombra
Saphira rasgaba el suelo con los pies. ¡Vayámonos!Eragon y Roran dejaron sus bolsas y las provisiones colgadasde la rama de un enebro y treparon por la espalda deSaphira. No tuvieron que peder tiempo en ensillarla; habíallevado los arreos toda la noche. Bajo su cuerpo, Eragon sentíael calor del cuero moldeado, casi hirviente. Se agarró a la púadel cuello para permanecer estable si había cambios repentinosde dirección, mientras que Roran pasó su grueso brazo entorno a la cintura de Eragon y blandió el martillo con el otro.Un fragmento de esquisto crujió bajo el peso de Saphiracuando la dragona se agachó y luego, de un solo salto vertiginoso,se alzó hasta la cima del barranco, donde se equilibrópor un instante antes de desplegar sus alas gigantescas. Lasfinas membranas repicaban mientras Saphira los alzaba haciael cielo. En aquella posición vertical parecían dos velas deun azul transparente.—No aprietes tanto —gruñó Eragon.—Perdona —contestó Roran aflojando los brazos.Les resultó imposible seguir hablando porque Saphiravolvió a saltar. Cuando llegó a lo más alto, bajó las alas enuna batida poderosa para lograr que los tres llegaran aúnmás arriba. Cada aleteo los acercaba más a las nubes lisas yestrechas que se extendían desde el este hacia el oeste.Cuando Saphira apuntó hacia Helgrind, Eragon miró a laizquierda y descubrió que, gracias a la altitud, alcanzaba aver una franja amplia del lago Leona, a unos cuantos kilómetrosde distancia. Una gruesa capa de niebla, gris y fantasmalbajo el brillo del alba, emanaba del agua, como si unfuego embrujado ardiera en la superficie del líquido. Eragonaguzó la mirada, pero ni siquiera su vista aguileña le permitíadistinguir la otra orilla, ni las laderas sureñas de las Vertebradas,cosa que lamentaba. No había vuelto a ver lasmontañas de su infancia desde que abandonara el valle dePalancar.Al norte se alzaba Dras-Leona, una mole gigantesca y laberínticaque parecía una fornida silueta contra el muro deniebla que bordeaba su flanco oeste. El único edificio queEragon pudo identificar era la catedral donde lo habían atacadolos Ra’zac; su aguja irregular se alzaba sobre el resto dela ciudad como una lanza rugosa.Eragon sabía que en algún lugar del paisaje que desfilabaveloz por debajo de ellos estaban los restos del campamentoen que los Ra’zac habían herido de muerte a Brom. Dio riendasuelta a toda la rabia y el dolor que le provocaban los sucesosde aquel día —así como el
asesinato de Garrow y ladestrucción de su granja— para obtener de ellos el valor—o, mejor dicho, el deseo— para enfrentarse a los Ra’zac encombate.Eragon —dijo Saphira—. Hoy no hace falta que mantengamosen guardia nuestras mentes y nos escondamoslos secretos, ¿verdad?No, salvo que aparezca otro mago.Cuando el arco superior del sol coronó el horizonte, brotóun haz de luz dorada. En un instante, todo el espectro decolores dotó de vida a un mundo hasta entonces monótono;brillaba el blanco de la niebla, el agua adoptó un intensoazul, el muro embarrado que rodeaba el centro de Dras-Leonareveló sus costados de un deslucido amarillo, los árbolesse ataviaron de todos los matices del verde y el suelo se ruborizóde rojo y naranja. Helgrind, en cambio, permanecíacomo siempre: negra.La montaña de piedra crecía rápidamente a medida quese acercaban. Incluso desde el aire resultaba intimidante. Allanzarse en picado hacia la base de Helgrind, Saphira se inclinótanto a la izquierda que Eragon y Roran se habrían caídosi no llegan a llevar las piernas atadas a la silla. Luego eldragón recorrió como un látigo la pista cubierta de piedras ysobrevoló el altar en el que los sacerdotes de Helgrind celebrabansus ceremonias. El borde del yelmo de Eragon atrapóel viento al pasar y emitió un aullido que casi lo dejó sordo.—¿Y? —gritó Roran. No veía nada por delante.—¡Los esclavos se han ido!Eragon sintió como si un enorme peso lo aplastara contrala silla cuando Saphira abortó el descenso y trazó una espiralen torno a Helgrind en busca de una entrada al escondrijode los Ra’zac.No veo ni un agujero en el que quepa una rata de bosque—anunció.Redujo la velocidad y se mantuvo en el aire ante unaprotuberancia que conectaba la tercera cumbre más baja delas cuatro con la siguiente. Aquel contrafuerte recortadomultiplicaba de tal manera los estallidos producidos por elbatir de las alas que se convertían en truenos. A Eragon lelloraban los ojos por la presión del aire contra la piel.Una redecilla de venas blancas adornaba la parte traserade los peñascos y pilares, donde la escarcha se acumulaba enlas grietas que iban recorriendo la piedra. Nada más perturbabala penumbra de las fortificaciones de Helgrind, oscurasy barridas por el viento. Entre las piedras inclinadas no crecíanárboles, ni matas, hierba, musgo o líquenes, ni se atrevíanlas águilas a anidar en los salientes de las torres partidas.Fiel a su nombre infernal, Helgrind era un lugar mortaly permanecía al abrigo de los pliegues de sus riscos y hendiluzduras,dentados y afilados como navajas, como un espectrohuesudo que se alzara para
asesinato de Garrow y ladestrucción de su granja— para obtener de ellos el valor—o, mejor dicho, el deseo— para enfrentarse a los Ra’zac encombate.Eragon —dijo Saphira—. Hoy no hace falta que mantengamosen guardia nuestras mentes y nos escondamoslos secretos, ¿verdad?No, salvo que aparezca otro mago.Cuando el arco superior del sol coronó el horizonte, brotóun haz de luz dorada. En un instante, todo el espectro decolores dotó de vida a un mundo hasta entonces monótono;brillaba el blanco de la niebla, el agua adoptó un intensoazul, el muro embarrado que rodeaba el centro de Dras-Leonareveló sus costados de un deslucido amarillo, los árbolesse ataviaron de todos los matices del verde y el suelo se ruborizóde rojo y naranja. Helgrind, en cambio, permanecíacomo siempre: negra.La montaña de piedra crecía rápidamente a medida quese acercaban. Incluso desde el aire resultaba intimidante. Allanzarse en picado hacia la base de Helgrind, Saphira se inclinótanto a la izquierda que Eragon y Roran se habrían caídosi no llegan a llevar las piernas atadas a la silla. Luego eldragón recorrió como un látigo la pista cubierta de piedras ysobrevoló el altar en el que los sacerdotes de Helgrind celebrabansus ceremonias. El borde del yelmo de Eragon atrapóel viento al pasar y emitió un aullido que casi lo dejó sordo.—¿Y? —gritó Roran. No veía nada por delante.—¡Los esclavos se han ido!Eragon sintió como si un enorme peso lo aplastara contrala silla cuando Saphira abortó el descenso y trazó una espiralen torno a Helgrind en busca de una entrada al escondrijode los Ra’zac.No veo ni un agujero en el que quepa una rata de bosque—anunció.Redujo la velocidad y se mantuvo en el aire ante unaprotuberancia que conectaba la tercera cumbre más baja delas cuatro con la siguiente. Aquel contrafuerte recortadomultiplicaba de tal manera los estallidos producidos por elbatir de las alas que se convertían en truenos. A Eragon lelloraban los ojos por la presión del aire contra la piel.Una redecilla de venas blancas adornaba la parte traserade los peñascos y pilares, donde la escarcha se acumulaba enlas grietas que iban recorriendo la piedra. Nada más perturbabala penumbra de las fortificaciones de Helgrind, oscurasy barridas por el viento. Entre las piedras inclinadas no crecíanárboles, ni matas, hierba, musgo o líquenes, ni se atrevíanlas águilas a anidar en los salientes de las torres partidas.Fiel a su nombre infernal, Helgrind era un lugar mortaly permanecía al abrigo de los pliegues de sus riscos y hendiluzduras,dentados y afilados como navajas, como un espectrohuesudo que se alzara para hechizar la tierra.Eragon proyectó su mente y confirmó la presencia deuno de los esclavos, así como de otras dos personas que habíadescubierto encerradas en Helgrind el día anterior. Sinembargo, le preocupó no localizar a los Ra’zac, ni al Lethrblaka.«Si no están aquí —se preguntó—, adónde habránido.» Siguió buscando y descubrió algo que antes se le habíaescapado: una sola flor, una genciana, había florecido a menosde veinte metros de ellos, en un lugar donde, a todas luces,sólo podía haber piedra sólida. «¿Cómo obtendrá la luzque necesita para vivir?»Saphira respondió a su duda al detenerse sobre un espolóndesmoronado, unos pocos metros a la derecha. Al hacerloperdió el equilibrio por un instante y batió las alas pararecuperarlo. En vez de rozar la mole de Helgrind, la puntadel ala derecha se hundió en la roca y volvió a asomar.¿Has visto eso, Saphira?Sí.Saphira se inclinó hacia delante, dirigió la punta del hocicohacia la roca escarpada, se detuvo a escasos centímetros—como si esperase que se activara el resorte de algunatrampa— y luego siguió avanzando. Escama tras escama, lacabeza de Saphira se fue adentrando en Helgrind hasta unpunto en que Eragon ya sólo podía ver el cuello, el torso ylas alas.¡Es una ilusión! —exclamó Saphira.Con un tirón de sus poderosas ancas, abandonó el espolóny avanzó el resto del cuerpo tras la cabeza. Eragon hubode recurrir al dominio de sí mismo para no taparse la cabezaen un desesperado intento por protegerse al ver que el peñascose abalanzaba contra él.Un instante después se encontró contemplando una cuevaamplia, abovedada e inundada por el cálido halo de la luzmatinal. Las escamas de Saphira reflejaban la luz y emitíanmiles de temblorosas motas de luz azul sobre la piedra. Eragonse dio la vuelta y vio que no había pared alguna trasellos, sólo la boca de la cueva y una abrumadora vista delpaisaje que se extendía más allá.Eragon hizo una mueca. Nunca se le había ocurrido queGalbatorix pudiera recurrir a la magia para esconder la madriguerade los Ra’zac. «¡Idiota! Tengo que esforzarmemás», pensó. Subestimar al rey era la mejor manera de conseguirque los mataran a todos.Roran maldijo y rogó:—Si vuelves a hacer algo así, avísame antes.Eragon se inclinó hacia delante y liberó las hebillas quelo ataban a la silla mientras estudiaba el entorno, atento acualquier peligro.La entrada de la cueva era un óvalo irregular, de unosquince metros de altura por dieciocho de anchura. Desdeallí, la cámara casi doblaba su tamaño antes de terminar enun buen bauprés que caía hacia una pila de gruesas losasapoyadas entre sí en una confusión de ángulos inciertos.Una alfombra de rasguños de un gris polvoriento recorría elsuelo, prueba de las numerosas ocasiones en que el Lethrblakahabía despegado, aterrizado o caminado por allí. Comomisteriosos agujeros de cerraduras, cinco túneles bajos hendíanlos costados de la cueva, al igual que un pasillo ojival detamaño suficiente para que cupiera Saphira. Eragon examinócuidadosamente los túneles, pero eran oscuros como la bocadel lobo y parecían vacíos, dato que confirmó con rápidasproyecciones de su mente. Desde las entrañas de Helgrind lellegaba el eco de unos extraños e inconexos murmullos, quesugerían la presencia de seres desconocidos que correteabanen la oscuridad y un goteo permanente de agua. Aumentadopor los confines de la cámara vacía, el sonido estable de larespiración de Saphira se sumaba al coro de suspiros.El rasgo más particular de la caverna, de todos modos, erala mezcla de olores que la invadían. Dominaba el de la piedrafría, pero por debajo de éste Eragon detectó vahos de humedad,moho y algo mucho peor: el hedor de la carne podrida,de una dulzura asquerosa.Tras soltar las últimas cintas, Eragon pasó la pierna derechasobre la grupa de Saphira y quedó sentado de lado, listopara saltar al suelo. Roran hizo lo mismo por el otro flanco.Antes de soltarse, Eragon oyó, entre los múltiples crujidosque le llegaban al oído, una serie de golpes simultáneos,como si alguien hubiera aporreado la piedra con un montónde martillos. El sonido se repitió apenas medio segundo después.Eragón miró en dirección a aquel ruido, al igual que Saphira.Una figura gigantesca y retorcida asomó a toda velocidadpor el pasillo. Ojos negros, hinchados y saltones. Un pico demás de dos metros. Alas de murciélago. El torso desnudo, sinvello, henchido de músculos. Garras como púas de hierro.Saphira se tambaleó al intentar esquivar al Lethrblaka,pero fue inútil. La criatura chocó contra su flanco derechocon una fuerza y una furia que a Eragon le parecieron propiasde una avalancha.No llegó a enterarse exactamente de lo que pasó despuésporque el impacto lo mandó por los aires sin que en su menteconfusa llegara a formarse ni medio pensamiento. Suvuelo acabó tan abruptamente como había empezado cuandochocó con la espalda contra algo duro y liso y cayó al suelo,golpeándose la cabeza por segunda vez.Aquel último golpe desalojó de sus pulmones el poco aireque le quedaba. Aturdido, permaneció encogido de lado, boqueandoy esforzándose por recuperar algo parecido al controlde sus extremidades, que no le respondían.¡Eragon! —gritó Saphira.
Jopeee, lo an kortao muy oportuno xa q kompremos l libro, xo weno...
Muxos KüSSe!!
Hallo!!
Hablar otra vez de la kedada, no fui, no m dejaron =(, xo s q ade+ no fueron muxas, xq la mayoría eran del mismo instituto y los saturaron de exámenes, si paece q lo icieron aposta jaja (spero q no, q si no tendré que ablar cn los profes, y ke parezca un akcidente.... XD s q toy mu mal, q no m dajron ir y no m dejan l ordenador nunkaaa!!! T.T)
Lo cuento + o menos lo q se, fueron komo 10, con una sola pancarta, se fueron + o menos pronto y stuvo yoviendo casi toda la tarde... por lo q no se puede decir que fuera un éxito, loq es una pena, xq ubiera stado bien q ubiera tenido éxito n España xa q TH vuelv aun pokito a Europa, q m alegro muxiiiiiiiiiiiiiisimooo x todos los premios q s están yevado, l MTV d USA, ls 4 MTV d México, etc xo s q nos tienen olvidaditas, sobre todo a las alemanas, que gracias a ellas an yegado asta ayi y n Europa toavia les kedan países x konkistar, como este, x ejemplo y sin ir + lejos^^
Ya se q siempre digo lo mismo, q intantare poner kosiyas, aunq no s si podré, xo s q s verdad, ad+a voy agobia de deberes y d kosas xa studiar.... aunk espero q m manden trabajos, xq aora "stoy aciendo " uno, s l aprimera vez q m alegro d q manden trabajos: xq s la unika maera d meterme y si m piyan no lo kero ni pensar.... , y a eso ay q sumarle q a Angel Demon le kitaron internet la semana pasada y staba komo yo, no s lo dejaban kasi nunka y no tenía tiempo xa poner u.u
Weno, no m enroyo +, q soy mu pesa, muxos KüSSe y DANKESHÖN x pasaros!!!!
TcHü$$!!!!!
Hablar otra vez de la kedada, no fui, no m dejaron =(, xo s q ade+ no fueron muxas, xq la mayoría eran del mismo instituto y los saturaron de exámenes, si paece q lo icieron aposta jaja (spero q no, q si no tendré que ablar cn los profes, y ke parezca un akcidente.... XD s q toy mu mal, q no m dajron ir y no m dejan l ordenador nunkaaa!!! T.T)
Lo cuento + o menos lo q se, fueron komo 10, con una sola pancarta, se fueron + o menos pronto y stuvo yoviendo casi toda la tarde... por lo q no se puede decir que fuera un éxito, loq es una pena, xq ubiera stado bien q ubiera tenido éxito n España xa q TH vuelv aun pokito a Europa, q m alegro muxiiiiiiiiiiiiiisimooo x todos los premios q s están yevado, l MTV d USA, ls 4 MTV d México, etc xo s q nos tienen olvidaditas, sobre todo a las alemanas, que gracias a ellas an yegado asta ayi y n Europa toavia les kedan países x konkistar, como este, x ejemplo y sin ir + lejos^^
Ya se q siempre digo lo mismo, q intantare poner kosiyas, aunq no s si podré, xo s q s verdad, ad+a voy agobia de deberes y d kosas xa studiar.... aunk espero q m manden trabajos, xq aora "stoy aciendo " uno, s l aprimera vez q m alegro d q manden trabajos: xq s la unika maera d meterme y si m piyan no lo kero ni pensar.... , y a eso ay q sumarle q a Angel Demon le kitaron internet la semana pasada y staba komo yo, no s lo dejaban kasi nunka y no tenía tiempo xa poner u.u
Weno, no m enroyo +, q soy mu pesa, muxos KüSSe y DANKESHÖN x pasaros!!!!
TcHü$$!!!!!
sábado, 18 de octubre de 2008
Kedada!!!!!!
Hallo xikas!!!! (si al gun xico hallo tambn XD)
komo ya dije lo d la macrokedada pos decir q en Murcia TAMBIEN VAMOS A ACER UNA!!!!
s k aviso kn poko tempo xo s q no m e podio enterar antes.... soy mu lista yo....
Será esta tarde a las 6.00 p.m. , lugar: la puerta grande del corte inglés, xa despues ir al jardín d al lado (el de ls hipis) San esteban. Misión: (komo los espías!! XD) dar el kante komo s suele decir, vamos a ser komo 20 o asi, probalbemente + asiq animaros si podeís venir bitte!!!
K siempre sta bn konocer gente nueva y si ade+ ls gusta TH pues ya xa q kntar nop? jaja
An dixo q iba a ver alguien disfrazado d Tom!!! Vams a ir como los Twinz, unas iran asi un poko raperiyas y otroas q parecen "Billes", xa q se note.
Spero veros sta tarde ayi eeem!!!!
Muxos KüSSe!!!!
komo ya dije lo d la macrokedada pos decir q en Murcia TAMBIEN VAMOS A ACER UNA!!!!
s k aviso kn poko tempo xo s q no m e podio enterar antes.... soy mu lista yo....
Será esta tarde a las 6.00 p.m. , lugar: la puerta grande del corte inglés, xa despues ir al jardín d al lado (el de ls hipis) San esteban. Misión: (komo los espías!! XD) dar el kante komo s suele decir, vamos a ser komo 20 o asi, probalbemente + asiq animaros si podeís venir bitte!!!
K siempre sta bn konocer gente nueva y si ade+ ls gusta TH pues ya xa q kntar nop? jaja
An dixo q iba a ver alguien disfrazado d Tom!!! Vams a ir como los Twinz, unas iran asi un poko raperiyas y otroas q parecen "Billes", xa q se note.
Spero veros sta tarde ayi eeem!!!!
Muxos KüSSe!!!!
miércoles, 15 de octubre de 2008
Ago un "pause" n lo d ls photoshoot´s XD xa poner l video n spañol d la peli Crepúsculo q la estrenan el 5 d diciembre (xfiiiiiin) n España, stamos deseando q yege, xo x l momento a y m parece q asta 3 trailers diferentes x aki, (l mejor l d la pelea, aunk tods stán geniaaal!!!) yo pongo algunos. Las voces m parece q no an atinado muxo xo komo no podremos star viendo la peli n ingles si kerems nterarnos d algo o kn subtitulos xq ntonces no ns s+nterams d la mitad, aunk tampoko stan tan mal... solo q la soriginales van al pelo jaja
este es komo l q sta n spañol xo kn subs y n ingles, xa q oigais las voces
Al final del video dice q sacarán la peli l 12, xo tambn e visto q n otros sitios pone el 11, xo creo q el oficial s l 5.
Sta incompleto xo la pelea se ve genial, joooop, lo kortan n lo + interesante!!!! eso no se ace = (, aunk lo ayan kambiado un pokiyo parece q sta mjor así nop? XD
jaja
Weno muxos KüSSe und vielen danke!!!!!!!! TH für immer!!
Auf wiedersehen!!!!!!
lunes, 13 de octubre de 2008
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